Tras bastantes días de confinamiento, metidos en casa y, sin apenas, darnos cuenta han desaparecido todos los niños del mundo, ni rastro de ellos.
Quién vive rodeado de parques, como yo, ahora cuando miras por la ventana, nada de ellos, de repente han desaparecido, ¿Dónde están los niños?
Hace unos días, las calles se llenaban de ruido, se oía gritar, llorar, cantar, ¡cuánto alboroto metían los niños a veces! incluso se les oía ir al colegio por la mañana, cuando pasaban por debajo de la ventana y, también, se oía el guirigay de ellos en el patio del colegio. En fin, todo eso, de repente, ha desaparecido.
¡Cómo si del cuento del flautista de Hamelin se tratara, se los ha llevado a todos!
Pues sí, se los ha llevado a sus casas, en este caso, el cuento ha tenido un final feliz.
Los niños están en sus hogares, todo el día en casa sin salir, como todos. Los pequeños que son incansables, agotadores, que tienen una energía que no sé de dónde la sacan, que deben gastarla todos los días y que, por otra parte, recargan automáticamente un día sí y otro también.
Estas diminutas y no tan diminutas personas están dando una gran lección, se adaptan a todas las circunstancias que se presentan, sean estas de no salir para nada a la calle, como en este caso. Porque salir a fuera a jugar, a correr al parque a ver a los amigos, a las actividades y deportes que tenían después de las clases del colegio y ahora no poder hacerlo y estar metidos en casa todo el día, y ya van veinte días a la fecha de hoy, no es nada fácil.
Sin embargo, esta situación para los pequeños no es para nada mala e incluso, creo que puede ser hasta buenísimo, pues muchos de estos niños tienen la suerte de tener a sus padres, a los dos, a mamá y papá, en casa junto a ellos.
Se está creando un vínculo de unión muy importante para su desarrollo emocional, personal y familiar.
Ya no son los niños guerreros que llegaban a casa cansados, aburridos en unos casos, insoportables para los padres en muchos otros y que había que quitárselos de encima enseguida. No, ahora resulta que desde que se levantan, y algunos hasta madrugan, están en casa juntos, ¡todo el día juntos! Impensable hace nada…, impensable que esto pudiera ocurrir y lo más importante ni se pensaba que esto ocurriera.
Fijaros, ambas partes, ¡los padres y los hijos nunca quizás hayan estado tan juntos como ahora y durante tanto tiempo! Ya que incluso, en las vacaciones a veces también se descansaba de “ellos”, se hacían pequeños descansos de estar todo el día con los niños y se los iban pasando de uno al otro para “descansar” un poco.
Los padres también han cambiado, y han cambiado para que esta convivencia funcione y marche bien. Los padres se esfuerzan en entender a sus hijos, y de manera incansable, crean, inventan y hacen actividades para ellos y con ellos, con sus hijos. Los niños a la vez responden a todo ello con sus juegos, sus actividades de clase para quienes las tengan y sus sonrisas de siempre. Y muchos de ellos, los más pequeños sin preguntar ¿por qué mamá y papá están todo el día en casa? Tampoco es importante la respuesta, pues seguro que la mayoría de ellos en alguna ocasión habrían soñado con ello, con que estuvieran mamá y papá juntos en casa. Para muchos de ellos, que esto esté ocurriendo de verdad, tener a tu mamá y papá para uno mismo, pendientes de ti, cuidándote de que estés bien, que no te aburras y todo el día inventando juegos y mil cosas, es algo maravilloso.
Los que sí están descansando estos días son los abuelos, esos abuelos que veían todos los días a sus nietos, en esa relación especial de abuelos-nietos que solo ellos conocen, pero que, en ocasiones, significaba un trabajo que consistía en que los llevaban y traían del colegio, que los acompañaban a las actividades extraescolares,…
Hoy por hoy, creo que los padres se darán más que nunca cuenta del trabajo tan importante que hacían los abuelos y de lo importantes que son. No solo, por el descanso que ahora tienen, que se lo merecen, sino también, porque no tienen ninguna obligación de cuidar y atender a sus nietos, más allá del simple jugar y ver a sus nietos cuando les apetezca. Como personas, los abuelos, ya tuvieron su tiempo y edad en criar a sus hijos.
Que este tiempo de espera para volvernos a ver todos se convierta en una mayor relación de amor, refuerzo, ayuda y respeto como nunca antes había existido.